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Villadiego. (Burgos – Castilla y León / España). Municipio de la Provincia de Burgos a 38 kilómetros de la Capital. Por su situación plaza de mucho comercio, Villadiego atrajo a numerosos judíos. Se tiene conocimiento de la existencia de judíos en esta localidad durante el siglo XI. Aquí vivieron pacíficamente por largos años protegidos por el favor real como atestigua una carta-encomienda que fue otorgada por Fernando III el Santo, rey de Castilla (1217 – 1252) y de León (1230 – 1252) en febrero de 1223, confirmada por su hijo Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y de León (1252 – 1284) El convento agustino de San Miguel, con su iglesia y su huerta, se levanta sobre los terrenos que anteriormente ocupara el barrio judía; la Sinagoga tenía el mismo emplazamientos que ahora la iglesia de las monjas. Su judería tenía que ser muy importante dado lo que tributaba su Aljama, - el año 1292 un total de 17.307 maravedíes -. Se sabe que algunos judíos de Villadiego eran muy ricos, pues, había entre ellos arrendadores de los tributos del Rey. Tuvo una importante judería, cuyos restos se han conservado hasta nuestros días. Se encuentran pasando la Plaza Mayor, junto a la puerta que servía a los peregrinos jacobeos. Se explica que cuando desaparecieron los judíos de esa localidad, el barrio hebreo entero fue comprado por el Marqués de San Cruz, quien lo donó a unas monjas que edificaron su convento dentro de ese recinto. Se supone que debió ser de un tamaño considerable, en 1390 había allí, por lo menos, unas veinte familias judías. La existencia de la Aljama de los Judíos de Villadiego en el siglo XV se encuentra citada en documentos de la Real Chancillería de Valladolid. Para ellos se hicieron en la desaparecida iglesia de San Juan de Mediavilla de Villadiego en 9 de octubre de 1415 las famosas Ordenanzas de los Hebreos de Villadiego. Estas Ordenanzas han desaparecido; no obstante el Padre Florez mandó a su secretario P.F. Méndez le sacase una copia del original que entonces se conservaba en el Ayuntamiento de la Villa y lo conservó mucho tiempo en su celda del Convento de San Felipe el Real de Madrid, pero en la Guerra de la Independencia desapareció. Los grandes literatos clásicos del siglo XVI ya usaron la frase de “TOMAR LAS DE VILLADIEGO” en más de una ocasión, con el significado de abandonar precipitadamente el lugar en donde uno se halla para no recibir algún contratiempo o daño, es decir “poner pies en polvorosa”. 1º.- Cervantes ya la trae a colación en el Capítulo XXI de la 1ª Parte del “QUIJOTE cuando escribe que el barbero después de que fuera derribado de su asno por Don Quijote, "puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego". En LA GRAN SULTANA DOÑA CATALINA DE OVIEDO hace decir a Madrigal: "Pondré pies en polvorosa y tomaré las calzas de Villadiego". 2º.- Fernando de Rojas emplea este mismo sentido de la huida en “LA CELESTINA” cuando en el Acto II Sempronio dice a Parmeno: "Apercíbete a la primera voz que oyeres, a tomar las calzas de Villadiego" y responde el otro "Leído has donde yo; en un corazón estamos. Calzas traigo y aún borceguíes desos lugares que tú dices, para mejor huir que otro”. 3º.- Feliciano de Silva en SEGUNDA COMEDIA DE CELESTINA, escribe: “Maldito sea el hombre tan fanfarrón, y si viene a mano, el primero que tome calzas de Villadiego”. 4º.- Ruiz de Alarcón, en su comedia "LOS PECHOS PRIVILEGIADOS" escribe: “Culpa a un bravo bigotudo rostriamargo y hombrituerto, que en sacando las de Juanes, toma las de Villadiego”. Entre las explicaciones aceptables de esta frase se encuentran: En la acepción de ir de viaje se cuenta que en anteriores tiempos se confeccionaban en Villadiego unas llamativas alforjas de diversos colores que fueron famosas y muy conocidas en Castilla, de suerte que "Tomar las de Villadiego" es coger las alforjas para ir de viaje. La explicación que parece más exacta del origen de la frase "Tomar la de Villadiego" es aquella que se relaciona con las persecuciones de judíos en la Edad Media. De todos es sabido el ambiente hostil que en torno suyo se crearon los judíos en España por efecto de sus usuras. De aquí es que surgiera en todas partes el odio contra los hebreos que degeneró muchas veces en venganzas, dándose los que se creían perjudicados a la caza de judíos. El Rey Fernando III El Santo dió privilegios o concedió encomienda a los judíos de Villadiego, prohibiendo que se les prendiese, "si non por son propio debdo que devan", y señalando penas para los que les hicieran daño. En esto vieron los judíos de sus reinos un salvoconducto que los libraba de las iras del pueblo, consideraron a Villadiego como su ciudad refugio y allí se encaminaban al menor síntoma de persecución. Más ello entrañaba una universal obligación, la de llevar un distintivo especial, para que se les pudiera reconocer que estaban bajo la protección del Rey y que nadie los podía prender. Este distintivo eran las calzas amarillas que debían usar en adelante en su nueva tierra de promisión, como colonos y pecheros del Rey. Que se haya considerado a Villadiego en la antigüedad como ciudad refugio para los judíos, hecho que se confirman con la inscripción que no hace poco perduraba en la puerta no principal de la Parroquia de San Lorenzo y que decía "Iglesia de Asilo", puerta que permanecía abierta de día y de noche para que pudieran albergar, guarecer o refugiar los judíos que venían huidos de otras regiones. El recinto de la desaparecida aljama, sería donada a unas monjas agustinas y convertida en convento, dejando la antigua cerca que separaba a judíos y cristianos convertida en tapia del monasterio. Pudiera ser que el llamado “Prado de las Monjas” no muy distante de dicho convento, fuera el antiguo cementerio hebreo.

Jueves, 28 de marzo de 2024 -

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