En Mallorca y las otras islas Baleares se llaman así los descendientes de los judíos conversos. Parece ser que antes del año 1391 vivieron diseminados estos judíos en varias partes; pero en vista de las persecuciones de que fueron objeto en algunas regiones, obtuvieron del gobernador de Mallorca permiso para residir en uno de los barrios de Palma de Mallorca. Este barrio, llamado Call, estaba separado de la ciudad, en la parte SE, de la misma, extendiéndose hasta las puertas del Temple, Santa Fe y Calatrava. El día 2 de Agosto de dicho año 1391 fueron asesinados gran número de judíos y robadas muchas de sus riquezas. En otras ocasiones se pidió que fuesen canceladas, sin pagarlas, las deudas de los cristianos a los judíos, que se revocase la obligación de restituir lo robado a aquellas gentes, y que fuesen condenados a muerte los que no recibiesen el bautismo. Se cuenta que en 1435 unos judíos hicieron escarnio de la pasión de Jesús, en Semana Santa, por lo que se les condenó a morir en la hoguera; pero ante el terror de este suplicio, pidieron el bautismo, siguiendo su ejemplo mas de 200, que fueron bautizados en la Seo y en Santa Eulalia, hasta abrazar el cristianismo todos los judíos de la isla. El gobernador mandó quemar todos los ejemplares del Talmud y de la Toráh que se encontraron, y acabó el judaísmo de Mallorca. Hasta mediados del siglo XIX existía en todas las islas Baleares singular preocupación contra los chuetas, llegándose hasta el extremo de negarles el acceso a las órdenes religiosas y no permitiendo matrimonios entre ellos y las familias de sangre cristiana, especialmente los de linaje noble. Los tiempos modernos acabaron con tan anómalas preocupaciones, y el ocio ancestral, a los chuetas se puede casi hoy considerar como una curiosidad histórica. El sacerdote José Taronjí y Cortés (1847-1890), publicó en 1878, con el título de Estado religioso social y político de la isla de Mallorca, un estudio sobre estas contiendas. El apellido Taronjí, se puede añadir a los históricos trece apellidos chuetas., por ser también judío converso. El término chueta significa tocino o lo que es lo mismo cerdo, al igual que marrano, se aplicaba esta denominación precisamente por la aversión del judío hacia ese animal, prueba de que seguían sintiendo y comportándose como verdaderos judíos.