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Soria. (Castilla y León / España). De esta ciudad procedía el rabino Yosef Albo, que tomó parte en la disputa teológica convocada por Benedicto XII en Tortosa. En Soria no había una aljama propiamente dicha, aunque se sabe que los judíos solían residir –como en muchos otros casos- en torno al castillo. El historiador Baer estima que en el siglo XII la judería contaría con unas 50 familias. También fue en esa villa donde se reunieron las Cortes de Juan I en 1380, aprobando nuevos decretos contra los judíos. Una de las cláusulas prohibía la "oración de los erejes" (Birkat Haminim), abolieron la prerrogativa otorgada a la comunidad de juzgar entre ellos y de circuncidar a sus esclavos musulmanes y tártaros. Asimismo, en relación con las terribles matanzas de 1931, se relata que un judío notable de Soria Shemuel Benveniste, que en 1380 se había establecido en Zaragoza y visitaba de vez en cuando su ciudad natal, se apresuró a refugiarse en uno de los castillos del obispo de Osma. La reina de Aragón escribió a ese prelado pidiéndole que le permitieran regresar a la capital aragonesa sano y salvo. Pero el obispo no se apresuró a satisfacer el pedido real, diciendo que en razón de los desórdenes no podía visitar los castillos y que si el judío se bautizara, ello no disgustaría precisamente a la monarca. Atraídos los judíos por las libertades y protección que les brindaba en Soria, llegaron en número tan considerable, que no cabiendo ya dentro de la barbacana del castillo, se extendían por la población hasta mezclarse, contra lo que era costumbre, con los cristianos, ocupando las inmediaciones de la actual Plaza Mayor. El Cronista Marcel se expresa de este modo: “En el castillo de Soria, dentro del muro principal, han un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos y aquella población con la que había por de fuera se llamaba Aljama”. También en el arrabal había otra aljama, cuyo punto no es fácil determinar, pero de la cual se habla expresamente en los privilegios, distinguiéndola de la del castillo. Considerablemente mejor era la condición de los judíos de Soria que la de los de otras provincias españolas; por de pronto, no bien establecidos, se les confiaba el delicado encargo de rondar y velar el castillo, en pago de lo cual y de los anticipos que hacían en dinero a los reyes, éstos les concedían extraños privilegios. La aljama ocupó las faldas del castillo, hoy en ruinas. Fue tan numerosa e importante que estaba considerada como una de las principales de Castilla. En el Museo Provincial, se exhiben en una vitrina, los frutos de la excavación del cementerio judío de Deza, entre ellos, cuatro anillos con inscripción hebrea.
Jueves, 02 de mayo de 2024 -

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