Biografías

Nació en 1955 en la Ciudad de México. Su ascendencia de judíos sefardíes ha marcado su relación con el idioma, ya que su familia no tuvo el español como lengua materna. Sus padres emigraron a México en 1948, huyendo de la devastación producida por la II Guerra Mundial; aunque Bulgaria, su nación de origen, "no tuvo esas historias de horror de otros países de Europa Central. Había campos de refugiados, no de concentración. Muchos perdieron sus casas, no sus vidas. Todo está matizado." Sin hablar el idioma español, sus padres decidieron trasladarse a este país, "porque mi padre tenía un primo que había venido mucho antes de la guerra a hacer la América. En el trayecto hacia México, el avión tuvo que detenerse en las Bahamas para que mi madre diera a luz a mi hermano mayor". Su madre y ella aprendieron el español juntas: "yo no fui arrullada en español", explica Myriam. Sus padres hablaban búlgaro entre ellos y sus abuelas hablaban ladino. La escritora recuerda las múltiples influencias culturales que dieron forma a su vida y escritura: "La cocina de mi casa era como la Organización de las Naciones Unidas: se hacía mole poblano y se preparaban hojas de parra; fui a una escuela judía y aprendí a hablar hebreo". Su padre murió cuando ella tenía ocho años y a partir de entonces su madre, cantante de ópera en Bulgaria e Israel, se dedicó a mantener a la familia. Al escribir para sus amigas de la preparatoria se dio su encuentro con la poesía y experimentó el poder del lenguaje. Tras esas primeras aproximaciones, intuyó que necesitaba buscar a otros poetas para aprender de ellos, de esa forma encontró autores "deslumbrantes" como José Gorostiza. Su primer poemario fue Último jardín (1983), que ahora, dice, la hace "sonrojar". Con Los Visitantes ganó el Premio de Poesía Aguascalientes 1988. En esos versos la autora enfatiza su pasado familiar y aborda los temas del exilio y de la mujer.

Fuente:
Jueves, 28 de marzo de 2024 -

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