El título de éste libro en hebreo es Ecah (como), y se toma de la palabra con que comienza (Ezequiel XXVI, 17). Conforme a su contenido los rabinos tras Baba-Bathra dieron a las lamentaciones el nombre de Qinot. El libro se divide en cinco poemas elegíacos que tratan todos ellos de la ruina de Jerusalén. El primero se ocupa principalmente en llorar la desolación de la ciudad y su adicción por la causa de sus pecados; en la primera parte (1-11) habla el profeta, en la segunda 12-22) es Jerusalén la que habla. El segundo poema presenta a D’s como enemigo de la ciudad santa y como causa de su destrucción, y se vuelve a Él pidiéndole misericordia. En el tercero, el profeta, en nombre del pueblo, después de considerar la aflicción presente, se reanima con la esperanza del consuelo, y considerando que el pecado es la causa de tanta calamidad, en ella invoca a D’s, y pídele el castigo de sus enemigos. En el cuarto, describe la grandeza de la ruina presente cotejada con la dicha y prosperidad pasada y se pone el pecado como causa de tal infortunio. Finalmente, en el quinto, titulado Oración de Jeremías profeta, éste, en nombre del pueblo, propone ante los ojos de D’s las miserias de la cautividad y le pide que se vuelva propio a ello y les libre. Cada uno de los cinco poemas elegíacos que forman las lamentaciones, está dividido en 22 estrofas, de las cuales las de los tres primeros poemas, I, II y III, constan de tres versos, y las de los dos últimos tienen cuatro versos. Además, los cuatro primeros poemas I, II, III, IV, son: acrósticos, pues que en el I, II y IV cada una de las estrofas empieza por una de las letras consecutivas del alefato. En el III la letra del alfabeto se repite tres veces al principio de cada uno de los tres versos que forman la estrofa. Las lamentaciones de Jeremías forman uno de los cinco volúmenes o mehillot y se leen todos los años en las Sinagogas el 9 de Ab, día en que se recuerda la destrucción del Templo.