Del hebreo gahón, (gloria, esplendor). Título honorífico dado antiguamente en algunas naciones a los rabinos o doctores judíos que se distinguían por su mérito y conocimientos. Titulo que llevaban los rectores de las escuelas talmúdicas de Sura y Pumbedita en Babilonia. La institución del gaonado se remonta a fines del siglo VI, coincidiendo con la organización de aquellas famosas escuelas donde el texto talmúdico y su comentario debían constituir el alimento intelectual de los judíos, adonde acudían de todas partes de la Diáspora. Las funciones del gaón eran de dos órdenes: pedagógicas y judiciales. De una parte presidía la escuela, pero revistiendo éstas carácter jurídico, ya que eran consideradas como el centro de interpretación de las leyes talmúdicas, y a ellas acudían con consultas rabinos de todo el mundo judaico; era misión del gaón resolver en última instancia tales consultas, constituyéndose, por tanto, en intérprete supremo de la ley rabínica, y no es de extrañar, en consecuencia, que cuando las circunstancias lo exigían, diesen también normas legales propias. Así es que existían en cada una de las escuelas de Sura y de Pumbedita, un tribunal presidido por el gaón, quien nombraba jueces y resolvía pleitos en última instancia. El cargo de gaón se proveía por elección entre los miembros de la escuela, pero en diferentes ocasiones lo fue por el Exilarca. La institución del gaonado cumplió una misión de gran importancia en la historia judaica: ya que constituía un vínculo viviente entre todos los judío, y mediante el funcionamiento de las dos altas escuelas mencionadas fue posible la difusión y adopción casi unánime por la judería universal de la legislación rabínica esencialmente una. Esta institución subsistió por espacio de cuatro siglos; el florecimiento de la escuela española en el decurso del siglo X, acabó con la autoridad interpretativa del gaonado de oriente y con las escuelas talmúdicas de Mesopotámia.