Glosario

Purificación por medio del agua o del fuego. En el libro del LEVÍTICO / VAYICRA, está mandado que el que toque el cadáver de un animal puro o impuro, que hubiere muerto de muerte natural, o el de un impuro que hubiera sido muerto por otro, o inmundicias de hombres o animales, debía lavar su persona y vestidos lo mismo que si tocaren animales vivos, como los reptiles, y si tocaran las libaciones y los sacrificios ofrecidos a D’s. La vasija en que era cocida la víctima ofrecida, si era de barro se le quebraba, y si de bronce se la sometía a ablución. La ablución era practicada con los intestinos y los pies de la víctima, que partida en pedazos, debía consumir el fuego, y con el cuerpo y vestidos del que, atacado de la lepra, por declaración del sumo sacerdote, había sido curado de ella, así como los vestidos del que hubiera dormido en casa donde hubieren aparecido señales de haber sido habitada por leprosos, la que debía a su vez rociada siete veces con sangre de pájaros degollados y aguas vivas; la cama o estrado en que descansara y los vestidos y el cuerpo del que tocare tales muebles y la carne del afectado de aquella cualidad, como el hombre que recibiese sus salivas, la silla en que montare y la vasija usada por él si fuese de madera, siendo quebrada caso de ser de barro. La ablución aun alcanzaba a los cuerpos de los cónyuges al fluir en ellos el líquido precioso y a la cama de una mujer en el tiempo de menstruación, al igual que a los vestidos del esposo y los de quien toca el lecho de aquella. El sacerdote, después de dar fin a la complicada operación del sacrificio, lavaba su cuerpo en el baño o pila que estaba cerca del altar en el atrio, y todo aquel que quemare una víctima en el campo de expiación venía obligado a la ablución de su cuerpo y vestiduras. Ya al levantarse todo judío debe lavarse y al entrar en el Templo también; para tocar el pan en la comida hay que lavarse. Las abluciones y las purificaciones forman parte de la legislación religiosa y de higiene entre los judíos. En Madrid, existe la calle de Lavapies, se supone que su nombre proviene de una fuente usada por la población judía del barrio para la ablución de los pies. No puede asegurarse que ese fuera el destino de dicha fuente, lo que si es seguro es que la plaza estuvo presidida hasta el siglo XIX por dicha fuente.  

Jueves, 25 de abril de 2024 -

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