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Zaragoza. (Aragón / España). Esta ciudad tiene un rico pasado judío, y el apellido Saragosi, es decir, natural de la capital aragonesa, es todavía conservado por no pocas familias israelíes. Se cree que los primeros judíos habrían llegado en la época romana. Durante el reino del emperador carolingio Luis I el Piadoso (814-840), dos importantes figuras del clero abrazaron el judaísmo y se radicaron en Zaragoza. Pero la comunidad fue el blanco de críticas por su conducta por el poeta ibn Gabirol y más tarde, en el siglo XIII por el poeta y filósofo Salomón ben Reubén Bonafed. Es un hecho conocido que los hebreos desempeñaron un papel muy importante en la administración financiera de la ciudad. Algunos de ellos sirvieron como intérpretes, médicos y asesores de los reyes de Aragón. Afírmase que la comunidad, ubicada en una zona amurallada ocupaba más de un cuarto de Zaragoza, y que abonada muy altos impuestos. En 1294 cundió el rumor de que los judíos habían matado a un niño cristiano, arrancándole el corazón y el hígado. Las autoridades locales iniciaron su investigación contratando los servicios de un experto en magia y los judíos, al verse ante semejante peligro, por su propia iniciativa, encontrando al menor supuestamente asesinado en los alrededores de la ciudad. El Rey Jaime II de Aragón reprendió severamente a las autoridades del municipio, señalando que su comportamiento había estado a punto de provocar la ruina de la aljama. Pero los hebreos de esa ciudad sufrieron muy poco, relativamente, de la tremenda ola antisemita del 1391, por el hecho de que los reyes residían allí. Unos años más tarde, algunas figuras más importantes de la judería local renunciaron a su fe, como consecuencia de la disputa religiosa de Tortosa (1413-14). Residencia de Salomón ibn Gabirol, Bahye ibn Pacuda y otros grandes escritores hebreos, llegó a tener su propia y particular fiesta religiosa, conocida como Purím de Zaragoza. Los orígenes de tal celebración fueron los siguientes: el día 2 de febrero de 1420, cuando la ciudad recibía con fiestas al rey Alfonso V, un delator informó a las autoridades de que los judíos acudirían a la recepción, en actitud de insumisión religiosa, con las cajas que debían llevar los Sefarim vacías. Abiertas, resultó que los Sefarim estaban en su lugar, librándose así aquellos de un seguro castigo. Se escribió un Rollo especial relatando el hecho milagroso y en adelante los judíos de Zaragoza celebraron aquel día (el hebraico 17 de sebat como un nuevo Purím). Calificada por algunos historiadores como “perla del judaísmo hispano”, de su judería sólo es posible identificar el sector suroriental del Coso, la avenida que sigue la línea de la desaparecida muralla y que constituía el límite del bario hebreo. Parece ser que, ello no obstante, unas 200 familias se mantuvieron fieles al judaísmo hasta la Expulsión. Posteriormente, varias familias de conversos como Caballería, Santángel y Sánchez llegaron a ocupar muy altos cargos, pero ello no impidió que fueran severamente hostigadas por la Inquisición. La aljama zaragozana contó con dos barrios: la judería «Vieja», dentro de las murallas romanas —delimitada por el Coso, San Gil, San Jorge y la plaza de la Magdalena—, y la «Nueva» o de los «Calliços», al otro lado del Coso, en la parroquia de San Miguel de los Navarros. La sinagoga mayor que constaba de cinco naves, se erigía en el solar que hoy ocupa el Real Seminario de San Carlos, y que fue adquirida por la Compañía de Jesús en 1559 para levantar la iglesia de Nuestra Señora de Belén. El banquero judeoconverso Gabriel de Zaporta mandó construir, un bello palacio renacentista, cuyo patio, conocido popularmente como “de la Infanta”, fue diseñado a modo de carta astral. La judería «de los calliços del Coso» (actuales calles de Flandro, Ibarra y Rufas) nació tras la concesión que efectuara Jaime I en 1273 a los hermanos Abinbruc. Paulatinamente se urbanizó y se dotó de infraestructuras (sinagoga de los «Calliços», baños, hospital, etc.) Una de las joyas predilectas son sus baños públicos, en uso ininterrumpido al menos desde fines del siglo XIII, de las que se conserva todavía una de sus salas en un semisótano del Coso. Con motivo del decreto de expulsión de 1492, los judíos naturales de esta localidad, contratantes de unas naos que salieron desde el puerto de Tortosa – L’Ampolla, firmaron una declaración de intenciones, comprometiéndose su fletador a dejarlos sin escalas en Nápoles, donde se apearían dos mil cuatrocientos hebreos, viajando juntos. Visitar: El Patio de la Infanta, en la plaza de Basilio Paraíso, 2. Antigua residencia de patricios zaragozanos de origen judío, hoy propiedad de un banco y sede de una colección pictórica.
Miércoles, 24 de abril de 2024 -

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