A fines del siglo XVI en un proceso judicial entre un noble y las autoridades municipales de Ezcaray, se menciona un tipo de baile que se realiza para poner en ridículo a los judíos y a los conversos. Aunque las personas que denuncian tales prácticas son cristianos viejos, los habitantes de la localidad utilizan esa vieja danza para burlarse de los nobles que han pedido un pleito fiscal en la Real Chancillería de Valladolid.