Localidades

Justo a la mitad de camino entre Burgos y Palencia / España, y en medio de los campos, en un punto de esa bella telaraña que forman en tierras castellanas los caminos de Santiago, se encuentra Castrillo Mota de Judíos. Muy conocido es el «Fuero de Castrojeriz» o «Carta Pue­bla», otorgamiento de privilegios que en el 974 da el conde Garci Fernández a la Villa. El documento ha quedado entre los más importantes de la España de la Reconquista ya que, regulando la convivencia de judíos y cristianos, equiparaba los derechos de ambos, sobre todo en materia penal. En efecto, la antiquísima Castro Xerez había sido poblada de judíos desde época inmemorial. «Una de las primeras comunidades judías en España», nos informa la «Encyclopedia Judaica» (Jesusalén, 1971). Castrillo, al igual que los otros actuales pueblos colindantes, eran entonces considerados como barrios de Castro. Pero una relación «especial» y nada amistosa parece surgir en la historia de ambos. Esta relación de Castrojeriz y Castrillo, en este tema, aparece expuesta en Amador de los Ríos, quien comentando en su «Historia de los judíos en España y Portugal» una aclaración al citado Fuero de Castrojeriz relativa al reinado de Fernando I, escribe: «El original, en un latín muy deteriorado, viene a decir:«Emigró (la comunidad judía) en el siglo del Rey Sancho (Sancho el Mayor, S. XI). Se levantaron los hombres de Castro y mataron cuatro sajones del Palacio del Rey y sesenta judíos. Y prendimos a todos ellos, les despojamos de sus casas y heredades y por ello los hicieron habitar junto a Castrillo, reinando Fernando su hijo.»Y más adelante de las mismas anotaciones del «Fuero» al fallecimiento de Alfon­so VI (en 1109), reproduce: A la muerte del Rey Alfonso se levantaron los hom­bres de Castro con toda su alfoz sobre los judíos de Castrillo cogiéndolos a todos y matando a unos, haciendo prisioneros a otros. La similitud de los nombres —Castro y Castrillo— puede ser origen de confu­sión, lo que no cabe duda es que con el tiempo adquieren los dos vocablos una fuerte y movida vinculación histórica. Los vaivenes de los monarcas castellanos en estas tierras se sigue bien en la zona. En 1118 Alfonso VII, y su mujer Urraca, vuelven a proteger a los judíos si bien extienden a Castrojeriz los privilegios que tenía la ciudad de Toledo, que prohi­bían a un judío o a un converso ejercer cualquier posición de autoridad sobre los cristianos, y establecía procedimientos legales para casos judiciales entre los dos grupos de población.«En 1234, Fernando III confirmó los privilegios hechos a los judíos y este mismo rey ordena —en 1240— (continua la «Enzyclopedia Judaica») a los judíos de Cas­trojeriz, seguir pagando los 30 dinares anuales a la iglesia local». No mucho des­pués debemos fijar el origen del núcleo parroquial de San Esteban en Castrillo. Nada se sabe sobre la suerte de la comunidad durante los sucesos antisemitas en España en 1391. El declive de la comunidad era notable en 1474 y en 1485 sólo la pequeña suma de 23 castellanos fue recogida en el impuesto de la guerra de Gra­nada. Después del decreto de expulsión en 1492, el alcalde recibió instrucciones para el pago de las deudas contraídas por judíos. Y a partir de entonces, apenas nada en ese sentido. Todo es ocultar este pulso del pasado que culmina cuando la sabia «vox populi» cambia el nombre del antiguo reducto judío, «Mota de Judíos» por «Matajudíos», probablemente un mote del pueblo (costumbre esta de los motes o apodos tan castellana como judía) y propi­ciado por aquéllos que más tendrían sus escrúpulos a que fueran desveladas cir­cunstancias de posibles ancestros no del todo convenientes para las modas sociales y políticas de aquellos siglos españoles. Todavía en documentos serios del siglo XVII se cita el nombre del pueblo como «Castrillo de Judíos» (que no es sino la abreviación de «Castrillo-Mota de Judíos»). Y ahí está ya dado el argumento de las principales tensiones de la historia local, sus persistentes leyendas de poblados subterráneos, de alardes de antisemitismo, etc., de conflictos psíquicos y humanos. Como resultado, nadie andando los siglos llamados «de oro», querrá reconocer sus posibles orígenes aquí, si puede sacar o aludir a otras vinculaciones. No será el caso concreto de Antonio de Cabezón, pero sí el de la mayor parte de sus descendientes. Es un problema crónico en esta zona aún más agudizado por lo que más o menos latente (y tan bien estudiado por Américo Castro) «desvivía» a la sociedad española de aquellos tiempos.http://www.castrillomatajudios.es/turismo-y-ocio/historia

Jueves, 25 de abril de 2024 -

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