Él y Carlos Peralta, naturales de Murcia (España), escriben al concejo de Murcia, exponiendo que habiéndose hecho cristianos y encontrándose en Ibiza habían decidido regresar con sus mujeres e hijos, pero ahora les recababan el almojerifazgo por los objetos y mercadurías que habían traído y que tenían depositado en el puerto de Cartagena, siendo así que como vecinos no debían abonar dicho tributo, máxime cuando antes de trasladar nada, habían ratificado su vecindad y por si necesario era lo habían efectuado ante el escribano Alfonso de Palazol. Además llevaban consigo de su experiencia fuera, una serie de innovaciones en el arte de la seda, que podrían ser de provecho y utilidad para la ciudad. El concejo en sesión de 16 de julio de 1493, paso al corregidor el estudio de tal petición, mientras comisionaba al regidor Diego de Ayala y al jurado Pedro Carrillo, al objeto de solucionar esta cuestión con los recaudadores y en defensa de los legítimos intereses de los habitantes de Murcia.