En 1475, encontrándose por cubrir el cargo de abadesa del convento de Sana Clara, el superior de los franciscanos a quien correspondía proveer la vacante, comunicó al concejo que la elección había recaído en doña Elvira Álvarez Maldonado, con residencia en Toledo (Castilla-La Mancha / España). El concejo tomó las provisiones necesarias para ir a recogerla, encargando tal misión al judío de la aljama de la ciudad Abrahim Granaty, adelantando éste los gastos que el concejo aseguró se le abonarían al regresar. En tal viaje le acompañó fray Antón, regresando con la abadesa, dos compañeras suyas y el citado fray. El día 5 de marzo comparecía ante el concejo a presentar la factura que le fue abonada de inmediato por importe de 5.600 maravedíes, lo que suponía un incremento de 280 maravedíes de los solicitados, debido seguramente, al agradecimiento del concejo por la confianza.